LOS NINOS DE PAPEL de DANTE BERTINI


Los hijos que no tuvimos,
aquellos que nunca soñamos tener,
hijos imposibles de un amor sin descendencia,
retratos de papel disueltos en el agua clorada
de los sanitarios,
en los laberintos sucios de las tuberías,
en el voraz vértigo de los sumideros,
esquirlas de un amor que explotó sin más,
translúcido fuego de artificio festejando el deseo
consumido al unísono,
frutos incorpóreos de una reflexión
con impreciso punto de partida
y ningún destino cierto,
producto desbocado de nuestro pensamiento
en la paz algodonosa, momentánea,
en el húmedo descanso transitorio después
de las batallas habituales
-sin rastros de sangre sobre nuestras carnes,
aunque jamás incruentas-
esos pobres niños sin nombre ni apellido,
despojados de pilas bautismales,
de fiestas y padrinos,
nos persiguen por las calles jugando al escondite
con nuestros irremediables, frívolos,
estúpidos remordimientos
-los sentimientos trastocados
por el duelo silencioso de esas muertes prematuras,
previas y
mientras aúllan la tristeza de su no nacimiento,
usan nuestro corazón como bayeta
para limpiar sus culpas,
saltan desde la inocencia de su limbo inexistente
sobre las rayuelas desteñidas,
rotas,
de un pasado pisado con trajinado aliento.
Atraviesan los ocho o nueve pasos del infierno
sin alcanzar jamás el cielo.

PAISAJE DESOLADO de MAXI DE LA PEÑA


Puede que no atraviese el valle
que perdió su fertilidad
porque mis latidos sucumbieron
a la esterilidad del paisaje.
Sopla el viento en el camino
un huracán de astillas
que vuelan arrancadas
de la madera herida de los árboles.
Mis zapatos apenas pueden
sostenerse en el suelo,
no encuentran el equilibrio
en esta tierra sedienta.
Ayúdame a transitar
por este laberinto tenebroso
donde el río murió
entre los gritos del destierro.

EL VIENTO NO TIENE MIEDO de MIKEL LADO PEÑA



Ruge sin temores el ocaso de un viento envenenado,
como si fuera gris cabello de una Venus olvidada,
que se aferra al recuerdo de su tardía primavera,
mintiéndose a sí misma, en la edad que la lleva y queda.

Sopla animoso desde el este, el aire que trae tu nombre,
como una alucinación que se torna en apacible ensueño.

Brama el sur maniático, dulcificado de cielo azul celeste,
con la ferocidad pavorosa de una vieja fiera arrinconada
entre la desdicha de los papeles, que arrastra impotentes,
y la locura que se cierne sobre el alma de ciertos seres.

Miente con sus vanas promesas el cobarde hálito del oeste,
que me arroja sobre la frente, la arena que se escapa del tiempo.

Atronó muriendo de arrogancia el duro viento del norte helado,
como si las puertas se abriesen y su aire escapara del Valhala,
y soplase intenso sobre nuestras sorprendidas y azuladas caras,
anunciando que hay dioses, que no nos olvidan desde Asgard.

Ruge sin miedo el viento que borró de mi todos los anhelos,
y me dejó, sentado y solitario, sobre la herida de tu recuerdo

INTERLUDIO de JUANJO GALÍNDEZ


Todo lo que quiera saber
sobre el vuelo de los pájaros.
Aquello que no enseñan las escuelas
ni venden los anuncios publicitarios.
Cómo alcanzar el cielo un día de tormenta,
reconocer los diferentes tonos de la hierba,
oírla componer poesía entre matojos…
Cubrirse de hiedra y musgo en invierno,
destaparse y florecer en verano.
Enseñamos a eliminar el abuso,
reducir la hipocresía,
aplacar el engaño
al cambiar ciertas cosas…
y quién sabe, si quizá algún día,
aprenda a ser libre.

BALADA PARA UN APOSTADOR de LEONARDO ALEZONES LAU


En el cajón de la mesa del hotel
con una biblia entreabierta
el revólver con tres balas descansa
las sienes en mitad del predicamento
esperando si la bala llega a la ruleta en mala hora
muerde la mejilla y la nuez
destila tu licor agrio
y atrasa el nacimiento de un par de sílabas
¡azar!
El jugador pierde nuevamente
su caballo ha llegado de último
hizo escaramuzas y valses
en el cajón de la mesa del hotel
queda regado algo de munición
entre revistas viejas y un pasaje
que alguien más subrayó
tiene el tiempo a favor
el caballo resopla, las heridas
pareciendo un dragón de sangre y jadeo
ve que aquel de las postales no es él
por esta emoción bravía
se ha ido el dinero para un hijo
la mujer separada y vuelta a casar
basta que caiga como martillo su reproche
y la cucaracha del baño al fin
nada los restos de jabón y cabello de la ducha
¿mañana? ¿habrá o no un mañana?
Mejor entra a afeitarse el rostro
quince minutos antes del amanecer
la luz temblorosa estalla en el neón
frente al espejo se mira ya hastiado de vivir así
recuerda los tiempos de gloria en los hipódromos
las noches repletas de mujeres en el billar
de las que sólo acarrea deudas
de repente suena el teléfono y atiende
guarda una selección
escucha y marca cada recuadro
la bala es otra mariposa de alas fieles al cenit